Si no creyera en la locura
de la garganta del cenzontle....

Si no creyera/ Meche/ en tu luz/ y en las gargantas/ que habitan/ en las manos/ y en las palabras/ que las desatan/ no seguiría escuchado/la llamada de los tiempos/ y se borraría tu voz/s de la esperanza/ por eso hoy/ te despido/ contenta/ sabiendo que pronto/ cabalgaremos livianas/ las riveras más profundas/ por ahora/ hasta pronto/ Gracias! por compartir con nosotras/ tanta Vida/


domingo, 12 de julio de 2009

Marchas por la “Paz y la Democracia”.

Marchas por la “Paz y la Democracia”.

Invitación atractiva para todos aquellos hondureños y hondureñas que anhelamos hoy más que nunca esa tergiversada “democracia” y esa “paz” que se queda sólo en las camisas blancas y el discurso gastado de aquellos que hoy se han desnudado frente al pueblo y se han lanzado a las calles a defender un gobierno golpista o más bien a defender sus particulares intereses de clase, y han arrastrado tras de sí a un grupo de necios o desinformados, que pese a la condena internacional del golpe de estado, siguen afirmando que no hubo tal golpe. Los defensores de la “Paz y la Democracia”, no creo que ignoren que no hay democracia cuando un pueblo no elige a un gobernante, cuando se impone a través de la violencia de las armas y pretende convencer a través de publicidad mediática que la usurpación es un acto constitucional, amparado por la ley.
La paz, este equilibrio interior, no se consigue denigrando, insultando a los opositores a nuestras ideas, he leído algunas de las pancartas democráticas y pacifistas que dicen: “Mel traidor a la patria”, “Insulza, personaje de las tinieblas” y otras que no vale la pena mencionar, porque en lugar de paz están buscando, la confrontación. No se engañen y no pretendan engañarnos, no hay paz sin respeto, sin tolerancia, sin justicia, sin solidaridad. Hay otras frases que se han convertido casi en un eslogan publicitario: ”Defendamos nuestra Constitución”, nuevamente me inundan las dudas, la Constitución de la República de Honduras tiene como propósito fortalecer y perpetuar un estado de derecho y desde el 28 de junio se nos han violentado, entre otros, los siguientes artículos constitucionales: 2,3, 84, 90, 102, etc.

Dice el artículo 2 de la Constitución de la República de Honduras que la Soberanía corresponde al pueblo del cual emanan todos los Poderes del Estado y que se ejercen por representación. La Soberanía según el Diccionario ITER de la lengua española es: “Poderío y dominio sobre todos, dignidad suprema”. Es el pueblo según la Constitución quien tiene poder y dominio sobre todos estos poderes del Estado, pero muchos en este momento están defendiendo a un supuesto presidente, que de ninguna manera surgió de la voluntad popular. Quiero aclarar que no pertenezco a ninguno de los partidos tradicionales que se han turnado durante muchos años el poder, siempre que he ejercido el sufragio lo he hecho por partidos pequeños y por candidatos que gozan de prestigio moral más que de simpatía popular. No voté por el presidente Manuel Zelaya en las elecciones pasadas, porque al igual que muchos hondureños y hondureñas tengo pocas esperanzas en los políticos, pero para mi sorpresa este presidente comenzó a defender los intereses del pueblo, craso error en este país, cuando se defienden los intereses de las oligarquías y de las clases dominantes pareciera que esto es lo correcto, lo más natural, lo que se espera, considero que este fue uno de los delitos más graves del Presidente Zelaya, agravado por el aumento al salario mínimo.

Finalmente la Constitución de la República no es pétrea, puede estar sujeta a reconsideraciones, enmiendas, reformas, etc. Sino fuera así, no hubiera tenido 22 reformas desde 1982 hasta el año 2005.

La posición actual que tenemos que asumir los hondureños no es a favor o en contra del Presidente Constitucional Manuel Zelaya Rosales, es a favor de la constitucionalidad, de la defensa del estado de derecho, de nuestra democracia y la democracia de todos los países latinoamericanos y del mundo. Triste y vergonzoso sería afirmar que en pleno siglo XXI, los hondureños seguimos defendiendo nuestras ideas con la fuerza de las armas y la intolerancia.

Aleyda Romero. Poeta hondureña.

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