Si no creyera en la locura
de la garganta del cenzontle....

Si no creyera/ Meche/ en tu luz/ y en las gargantas/ que habitan/ en las manos/ y en las palabras/ que las desatan/ no seguiría escuchado/la llamada de los tiempos/ y se borraría tu voz/s de la esperanza/ por eso hoy/ te despido/ contenta/ sabiendo que pronto/ cabalgaremos livianas/ las riveras más profundas/ por ahora/ hasta pronto/ Gracias! por compartir con nosotras/ tanta Vida/


martes, 20 de enero de 2009

Fabricio sororario

Que esta prosa ayude un poco a cimentar la solidaridad con las mujeres que sufren la exclusión histórica y cultural y que a la vez, rinda homenaje a Amanda Castro, por su enorme contribución literaria y acciones en contra de la viloencia de género. Para ella entonces.

Pizzicato para una vendedora de tortillas

"No hay amor ni habrá amor para tu juego de manos y miradas, ni aún humedezcas el lápiz con que apuntas los nombres más bellos que te deja el día, como una exhalación diurna y prescindible para cada rostro hambriento al que vendiste, buscando en él, con tu beso intacto, una moneda y otra que resbale, como en esas citas ligeras del matiné cuando pensaste: no hay amor ni habrá amor, fécula límpida y grano plantado en las suaves formas que saben dar tus manos al hambre más circular de todas, como el tráfico del mediodía y la ruptura del papelestrasa, los cuadernos de la lejana escuela y el primer novio, nada parecido al insoportable acoso de los patrulleros, de los taxistas, del insoportable manoseo de los extraños.

Temprano, por la noche, cuando las filas engrosan y todos piden puntuales su ración de maíz y humo mientras se estaciona, ¡ay maldición! el mismo auto, polarizada amenaza que cuesta bien sus tres millones, con los mismos lentes bien cortados y el rostro verde y lampiño de los high schools, que se parecía tanto de perfil al príncipe azul de la fotonovela que encontraste tirada, una madrugada al salir de casa, con olor a nixtamal y a ocote de pupitre abandonado, pero que se parecía tanto al príncipe azul de las novelas que se enamora de la pobre que luego es rica y enamorada y que nunca gritaría, ¡nunca! cuando es violada y dejada media desnuda junto a su blanca mercancía.

Circular manoseo el del día, moviéndote de una esquina a otra de una llamada a otra, de un recuerdo a otro como un juego de manos que el amor impone haya o no haya, compren o no compren, como ciertas maneras que a golpes y sin prisas te ves obligada a guardar de los días."

Fabricio Estrada, Tegucigalpa, 25 de noviembre 2008