Si no creyera en la locura
de la garganta del cenzontle....

Si no creyera/ Meche/ en tu luz/ y en las gargantas/ que habitan/ en las manos/ y en las palabras/ que las desatan/ no seguiría escuchado/la llamada de los tiempos/ y se borraría tu voz/s de la esperanza/ por eso hoy/ te despido/ contenta/ sabiendo que pronto/ cabalgaremos livianas/ las riveras más profundas/ por ahora/ hasta pronto/ Gracias! por compartir con nosotras/ tanta Vida/


sábado, 22 de agosto de 2009

Un hombre pequeño, pequeño que quiso ser presidente

Estamos de pie, somos más altos somos más fuertes que él,
por fin estamos de pie tú de rosa y yo de verde tú de beige.
Obra El Generalito de Jorge Díaz


En un pequeño país dirigido por un diminuto general todo el mundo debe caminar de rodillas y vestir de color negro o gris. Un niño, Juan, desobedece las órdenes y descubre lo hermoso y lleno de color que es el mundo visto desde las alturas, es decir, de pie...

Si supieras Roberto Micheletti cuanto te estimamos por haber levantado los espíritus de lucha dormidos en los hombres y las mujeres de Honduras y unirlos en un solo espíritu que avanza sin temor a la noche y a sus demonios. En vez de odio te tenemos lástima y quisiéramos tomar de la garganta a aquellos que te humillan, que te mienten o que se ríen de tu humildad de querer ser Presidente de Honduras. Te abrazaste a la doctrina del liberalismo y lo que hiciste fue entregar el poder político a tus enemigos internos y externos, purgaste a los mejores hombres de tu partido, te igualaste a los grandes tiranos de la historia, pero serlo se necesita inteligencia y estilo.

No teniendo más que tu osadía para ejercer el poder de la nación hondureña, desconcertado por las ambiciones personalistas de tus cuadros de apoyo, confiaste en tu “audacia” y prudencia a la probidad de otros, ya cuando era inútil, imposible sostener tu astucia y perseverancia en el seno del partido liberal.

Dominado por tu corazón y no por tu razón lógica no aprendiste de tus errores políticos cometidos en el pasado, creíste que la sangre de la mafia italiana que corre por tus venas era igual a la de Mussolini, y concertaste alianzas con el enemigo de ayer, en vez de buscar la generosidad y lealtad de tus amigos que orgullosos por tu insolencia se mantenían inmóviles a la angustia del hombre por la ambición política, que un buen día te tendieron la mano.
Ejecutaste tu brazo armado para herir y destruir vidas humanas, y cuando acumulaste suficientes ruinas y lágrimas, creyendo que estabas en la cima de la libertad, su peso te enterró bajo los escombros.

Fuiste a decir verdad el triunfo de una recíproca traición que rellenó tus ojos de tinieblas.
Te escaparás del odio de tus serviles pero jamás escaparás del juicio severo de tu pueblo y la historia que te perseguirá por siempre.

¡VIVA EL FRENTE NACIONAL DE RESISTENCIA!
Rebeca Becerra, escritora hondureña